jueves, 21 de febrero de 2013

Los músculos


Cuando hablamos de músculos, normalmente nos referimos a los músculos esqueléticos, que son un tipo de músculos estriados unidos al esqueleto.  La estriación de estos músculos se debe a la organización de dos proteínas: la actina y la miosina, que forman las conocidas fibras musculares.
La contracción de los músculos esqueléticos suele ser voluntaria, por lo que la participación del Sistema Nervioso Central resulta indispensable. Cada fibra muscular está en contacto con una terminación nerviosa que regula su actividad. Las fibras nerviosas motoras transmiten a los músculos las órdenes emitidas (impulsos nerviosos) por el SNC. Los músculos se activan entonces de manera consciente y el bíceps, por ejemplo, mueve el brazo.
Podríamos comparar la estructura de los músculos a la de un manojo de cables, recubiertos por un tejido conjuntivo que se cierra en un tendón en cada extremo. Este tejido conjuntivo está formado por fibras colágenas y fibras elásticas, vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas. 
En un músculo, no todas las fibras son del mismo tipo, de modo que diferenciamos tres tipos de fibras musculares según su metabolismo:
Tipo I, de contracción lenta o fibras rojas. Son de pequeño diámetro, tienen muchos vasos sanguíneos y poco glucógeno. Resisten la fatiga y se adaptan a pruebas de resistencia o ejercicio aeróbico. Esta vasta red de capilares de la que hablábamos, facilita la provisión de oxígeno, glucosa y ácidos grasos a las fibras. También tienen mayor depósito de grasa, la cual pueden utilizar durante el ejercicio.
Tipo II, de contracción rápida. Son de un diámetro mayor, están menos vascularizadas, pero almacenan más glucógeno. Son poco resistentes a la fatiga pero a cambio, son muy potentes. Suelen emplearse en ejercicios breves e intensos, ya que tienen mayor facilidad para contraerse en condiciones anaeróbicas. Requieren niveles altos de ATP.
Tipo IIa. Son fibras intermedias. La relación entre fibras lentas y rápidas puede variar en función del entrenamiento. Entrenamientos prolongados y moderados harán evolucionar a estas fibras a otras tipo I, mientras entrenamientos breves e intensos provocarán la evolución a fibras tipo II.
Podemos encontrar distintas clasificaciones de los músculos, atendiendo a su movimiento distinguimos músculos flexores, extensores, abductores, rotadores o fijadores; según su acción, diferenciamos agonistas, antagonistas y sinergistas.
El funcionamiento del músculo se explicaría como sigue: En cada músculo, un grupo de fibras nerviosas penetra a través del tejido conjuntivo. Cada fibra nerviosa se divide en ramas terminales, llegando a cada una de las fibras musculares. Cuando un impulso llega a través de una fibra nerviosa, el músculo se contrae. Al contraerse, la fibra muscular se acorta y se ensancha. Tras la contracción, el músculo se recupera, consume oxígeno y elimina dióxido de carbono y calor. Para realizar un movimiento, los músculos suelen trabajar por pares: cuando uno se contrae, el opuesto se relaja.

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